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Posturas egipcias

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POSTURAS EGIPCIAS

Cada raza posee ritos religiosos, fiestas y juegos destinados a estimular las funciones del cuerpo y de la mente. Cada fase de la vida hace patente la sabiduría de la naturaleza, que al promover cambios en la sangre, hace posible el desenvolvimiento antropológico. Líneas muy marcadas separan unas razas de otras, no solo por el color sino por las posibilidades mentales. Al desarrollarse progresivamente, las dotes que toman forma son mayores, y problemas vitales que pareclan insondables pueden explicarse tan fácilmente como puede explicarse la evanescencia de las estrellas, al despuntar la aurora.

El proceso de purificación de la sangre se ha hecho evidente hasta la raza Aria y cuando quiere que se ambicionen conquistas más elevadas, procura el hombre descubrir en la naturaleza medios infalibles de desarrollo etnológico que conduzca a mayor cultura. Los egipcios, aunque eran tipo mixto, reconocían la importancia de la sangre por su acción dinámica y de un modo general descubrieron la necesidad de nivelar el desarrollo mental y físico, no sólo para asegurar la salud sino para poder dirigir los atributos espirituales. El corazón como centro del sistema circulatorio y el dinamismo dirigiendo las funciones de los gánglios, distribuyen la sangre en relación a la finura de su textura y su operación química induce ondas de pensamiento que se comunican a la mente. Los antiguos parecían comprender el modus operandi fisiológico del corazón y de la mente, cuando dijeron: "De un corazón impuro brotan malos pensamientos".

El padre Amman, en su "Higiene de la Raza y la Raza Futura" da al mundo científico la clave de la vida, diciendo: "La sangre es la materia original que influye en todas las manifestaciones exteriores y las formas, y varía en el curso de su desarrollo. La sangre es lo esencial en la formación de las razas. La consistencia de la sangre determina el signo infalible de racial relación. Cuanto más pura es la sangre más claro es el pigmento; cuanto más obscura es la piel, más inferior la raza. La sangre no es solamente el conductor de la herencia sino que también el progenitor de toda tendencia espiritual asequible".

El fin de las Posturas Egipcias es aumentar la quimicalización de las ondas de pensamiento y, por este medio, la purificación refinación de la sangre que asegure el acrisolamiento del corazón, tan necesario para la consecución de elevadas conquistas. No sabríamos cómo describir el valor de las Posturas Egipcias; nos limitaremos a decir que las posiciones diversas, practicadas en combinación con el ritmo del aliento, activan la circulación, remitiéndose subluxaciones hasta el extremo de erradicar adherencias, haciéndose posible la libertad compieta del sistema nervioso y promoviéndose desarrollo cerebral.

Antes de empezar a practicar las Posturas, aconsejamos se practiquen los ejercicios para los dedos por el orden indicado en los grabados, aplicando el ritmo del aliento al variar la posición. Consérvense las posiciones todo el tiempo preciso para que pueda vencerse la debilidad de los dedos.

La práctica de los ejercicios produce resultados óptimos, si se ejecutan por la mañana temprano antes de desayunar. Si es posible debe hacerse al aire libre, de concierto con otros, si se quiere, rodeándose de un ambiente favorable.

Cuando se haya adquirido alguna práctica en los ejercícios, se notará que las muñecas, los codos y los brazos, con gran facilidad se ponen tensos y por esta razón es conveniente asentarlos. Tensión significa pérdida de energías. Ejercicios científicos practicados con discreción evitan desgaste innecesario; normalizan las funciones orgánicas que promueven desarrollo físico y mental en los que la glándula pineal, medula espinal, plexo solar y nervios simpáticos representan un papel importantísimo.

En las posturas de esta serie la muñeca tiene acción predominante; obsérvese la posición de los dedos, dóblense fuertemente de modo que las puntas dobladas queden sobre los molletes, sobre la línea del corazón y últimamente la línea de la cabeza; después apriétese el pulgar sobre la segunda falange de los dedos segundo, tercero y cuarto, conservando los dedos la posición primera; el pulgar debe hacer fuerte presión, mientras los dedos, la muñeca, el codo, brazo y hombro deben estar sueltos para que el bíceps y el tríceps puedan conservar la libertad de dirigir los movimientos.

EJERCICIOS PARA LOS DEDOS




POSTURAS DE LA 1.ª SERIE



La figura 1.ª representa la posición preliminar usada en todas las posturas que se practican de rodillas. Lo que caracteriza esta posición es la depresión del abdomen hasta las costillas flotantes y la completa expansión del pecho; esta posición da a los pulmones libertad para moverse en la cavidad inmóvil del pecho, erradicándose cualquier adherencia, asegura flexibilidad a las articulaciones de los hombros y da al rostro expresión agradable; el cuello adquiere soltura y movimientos graciosos.

Se han de estudiar las ilustraciones con atención sin descuidar ningún detalle, porque de la exacta colocación de los dedos de ambas manos depende en mucho el estímulo que reciben los nervios, produciéndose mayor generación en los ganglios, y el sistema se enriquece con saludables producciones químicas que inducen a nobles y sanos pensamientos (figura 2). Arrodíllense y colóquense los puños junto al cuello descansando las clavículas de los hombros. Expélese por completo el aire de los pulmones y deténgase la respiración por unos momentos; inspírese y dóblese el cuerpo hacia adelante reteniendo el aliento; tóquese el suelo primero con la frente y luego con la barba, permaneciendo en esta postura todo el tiempo posible; vuélvase a la primera posición, expirando, y al mismo tiempo en escala musical ha, hâ, he, hi, hü, hu, hô ho pronuncíense las precedentes letras sin usar tí menor esfuerzo. Aflójense los puños y relájense los dedos por unos momentos. (Figura 3) En idéntica posición que la figura 2, inhálese, reténgase el aliento y dóblese el cuerpo hacia atrás todo lo posible; exhál ese volviendo a la posición original, murmurando una canción. Al principio deberá colocarse detrás una pila de libros o almohadas en la que la cabeza debe apoyarse; disminúyase paulatinamente la altura de la pila hasta conseguir que la cabeza descansa en el suelo. (Figura 4) Adóptese la posición primera; los puños al lado del cuello, cuidando de que los dedos estén fuertemente cerrados. Después de desalojar el aire de los pulmones, lo que puede hacerse susurrando una melodía o canto, deténgase la acción de los pulmones por unos segundos y luego inhálese por completo; reténgase el aliento y dóblese el cuerpo hacia la derecha, procurando conservar gracia en las líneas del cuerpo y expresión agradable en el rostro. Vuélvase a adoptar la posición original, exhalando, al mismo tiempo, en una escala o canto armonioso.

Figura 5). La misma posición de rodillas; los puños, bien cerrados, apóyense con alguna fuerza a ambos lados del cuello; expélese el aire por completo y deténgase la respiración por pocos momentos; inhálese y reténgase el aliento, dóblese el cuerpo hacia la izquierda hasta apoyar el codo en el suelo y al recobrar la posición primera exhálese murmurando una canción. Cuando se haya conseguido ejecutar estas posturas con facilidad, deben ejecutarse en sucesión rápida cuatro posturas en una sola inhalación. Después ejecútese cada posición en una sola exhalación y luego, en lo sucesivo, las cuatro posturas en una exhalación; queremos significar que se debe susurrar una melodía hasta que los pulmones queden completamente vacíos y en seguida ejecútense los movimientos.


POSTURAS DE LA 2.ª SERIE


Figura 6). La posición es idéntica a la de la figura 2.ª de la primera serie, pero constituyen una nueva serie porque la colocación de las manos obra de una manera distinta sobre los nervios. Los puños deben ponerse en las axilas cuidando de que los dedos pulgares aprieten bien los otros dedos; expélese el aire de los pulmones susurrando una melodía y procédese como queda explicado en la primera serie.

Figura 7). Síganse todas las instrucciones precedentes; después del movimiento hacia adelante, el movimiento hacia. atrás; luego los movimientos a la derecha e izquierda hasta que el codo toque el suelo. Obsérvese la diferencia que existe entre la línea de los músculos de la figura 4, en la que los puños descansan en los hombros y las de las figuras en que los puños se colocan en las axilas.



POSTURAS DE LA 3.ª SERIE

Figura 8). Aplíquense las instrucciones dadas previamente y luego colóquese un puño y después el otro entre los omoplatos todo lo alto que sea posible; inclínese el cuerpo hacia adelante hasta que se toque el suelo con la barba; luego dóblese el cuerpo hacia atrás hasta que la cabeza descanse en el suelo, después practíquense las inclinaciones hacia la derecha e izquierda, hasta que el codo toque el suelo, siguiendo las instrucciones dadas en los dos párrafos de la figura 5.ª Téngase presente que cualquier tensión implica falta de cuidado. Si se conserva el pecho en su sitio, el cuello suelto y la fuerza muscular concentrada en los puños, se notará una relajación especial en todo el cuerpo. Los crujidos en las articulaciones no deben preocupar.








POSTURAS DE LA 4.ª SERIE

Figura 9). Mientras el puño derecho se apoya entre los omóplatos, échese el brazo izquierdo hacia adelante y luego cójase con la mano la oreja izquierda volviendo la cabeza de modo que la barba descanse sobre el hombro derecho; inviértase luego la posición de los brazos; cuando se hayan ejecutado estas dos posturas, ejecútense de nuevo practicando al mismo tiempo los movimientos de inclinación hacia adelante, hacia atrás y hacia los lados derecho e izquierdo tal como se ha explicado en las posturas de la l.a serie.









POSTURAS DE LA 5.ª SERIE

Figura 10). Pásese a lo largo de la columna vertebral el puño derecho, apóyese el codo en la palma de la mano izquierda, empujando el brazo derecho hacia la séptima vértebra; consérvese esta posición un minuto por lo menos, murmurando una melodía; inviértase la posición de los brazos y ejecútense otra vez las posturas de la 1.ª serie.

Una vez ejecutadas, relájense rápidamente las manos y los brazos; levántense después los brazos en alto por encima de la cabeza y ejecútese rápidamente un movimiento de sacudir las manos moviendo las muñecas hacia la derecha e izquierda doce veces por lo menos; después pónganse los brazos hacia adelante en posición horizontal y sacúdanse las manos conservando las muñecas flexibles; luego dóblense los brazos un poco y sacúdanse las manos delante de la cara como si se abanicase, moviendo las manos hacia la derecha e izquierda.






POSTURAS DE LA 6.ª SERIE

Figura 11). Colóquese el puño izquierdo debajo del sobaco izquierdo y el puño derecho todo lo arriba posible de la columna vertebral; golpéese la columna vertebral desde la 5.ª vértebra hasta el coxis y toda la espalda; después inviértase la posición de los brazos y puños y añádase a estas posturas las posiciones de la 1.ª y 2.ª series; luego póngase el rostro sobre el suelo (véase la figura 11) y hágase lo posible para tocar el hombro con la barba. Para golpear la espalda puede emplearse esfuerzo si es preciso.





POSTURAS DE LA 7.ª SERIE

Figura 12). Colóquese el puño izquierdo en la espalda, mientras el derecho golpea la nuca y toda la parte de atrás del cuello, los omóplatos y entre los omóplatos. Inviértase la possición de los brazos y practíquense además las posturas de la 1.ª y 2.ª series, terminando con la que hace referencia al párrafo último de la serie 5.ª

Para obtener efectos especialmente estimulantes para los nervios, colóquese el codo derecho en la palma de la mano izquierda pasando el brazo por detrás de la espalda (véase el dibujo). Con el puño derecho frótese todo el cuerpo hasta donde se alcance caderas, rodillas, etc., Inviértase la posición de los brazos y luego agréguese las posturas de inclinación hacia adelante, atrás, derecha e izquierda, terminando con las posiciones a que se refiere el último párrafo de la serie5.ª






POSTURAS DE LA 8.ª SERIE

Figura 13). Puesto de rodillas dóblese el brazo izquierdo por detrás hacia arriba de modo que la mano esté a la altura del omóplato izquierdo. Dóblese el brazo derecho por encima del hombro de manera que puedan tocarse los dedos de ambas manos (véase el dibujo) enlácense los dedos uno después de otro y por último cójanse las manos estrechamente. Hecho esto inviértase la posición de los brazos y luego con las manos asidas ejecútense los movimientos de inclinación hacia adelante, atrás, derecha e izquierda, en la forma sabida.

Figura 14). Postura en pie, colóquense los brazos y puños en posición igual que en la figura 13. Pónganse los nudillos de los puños enlazados de un modo correspondiente; tan pronto como esto se consiga ejecútese lo mismo de rodillas, agregando luego las posiciones de inclinación hacia adelante, hacia atrás y hacia los dos lados.





POSTURAS DE LA 9.ª SERIE

Figura 15). Posición de rodillas. Pónganse los codos apretando los costados, y con los puños golpéese el pecho cada vez con más fuerza; añádanse los movimientos de inclinación hacia adelante, hacia atrás, derecha e izquierda. Luego con los codos pegados a los costados alárguense los antebrazos hacia adelante, moviéndolos hacia arriba y hacia abajo. Practíquense estos movimientos sistemática y rápidamente y luego practíquense los movimientos de inclinación acostumbrados terminando con los movimientos a los que se refiere el párrafo último de la 5.ª serie.

Figura 16). Posición de rodillas. Los puños apretados, tiéndanse los brazos hacia adelante (véase el dibujo) sin tensión ni esfuerzo, el movimiento debe ejecutarlo la articulación del hombro, los brazos perfectamente relajados. Practíquense luego los cuatro movimientos de inclinación; al practicar el movimiento de inclinación hacia adelante, échense los brazos hacia atrás y al practicar el movimiento hacia atrás, échense los brazos hacia adelante; en el movimiento a la derecha e izquierda, levántense los brazos en alto por encima de la cabeza. Téngase presente que mientras se ejecutan las posturas debe susurrarse una tonadilla o una escala musical.

Practíquense luego las posturas de la figura 16 en pie agregándo después las 4 posturas de inclinación. El pecho debe tenerse siempre inmóvil sin tensión; ajústense las posturas a líneas perfectas antes de ejecutar los movimientos.


POSTURAS DE LA 10.ª SERIE

Figura 17). Dóblese el dedo índice de las dos manos en la forma que indica el grabado correspondiente a las posiciones de las manos. El dedo índice de la mano izquierda debe descansar sobre el pecho, mientras la mano derecha se coloca como puede verse en el grabado, figura 17. Hágase presión vibrando suavemente al principio; auméntese la presión gradualmente hasta alcanzar el máximo de fuerza; aflójese entonces inmediatamente e inviértase la posición de las manos. Después de haber practicado este ejercicio doblando los dedos índices, debe continuarse doblando luego los dedos del corazón y sucesivamente hasta el dedo meñique inclusive, teniendo cuidado que los dedos estén perfectamente rectos con excepción del dedo doblado.






POSTURAS DE LA 11.ª SERIE


Figura 18). Póngase de rodillas el miembro izquierdo mientras el derecho forma ángulo recto; colóquense las palmas de las manos juntas, el dedo pulgar de la mano derecha sobre el de la izquierda; estréchense las manos contra el corazón y ejecútense los cuatro movimientos de inclinación. Inviértase luego la posición de los miembros.

Figura 19). Colóquense las manos juntas hacia atrás de modo que los pulgares descansen entre los omóplatos, y apoyando la rodilla izquierda en el suelo, estírese el miembro derecho hacia atrás todo lo que sea posible. Ejecútense los cuatro movimientos de inclinación y después de invertir la posición, ejecútense otra vez. Colóquense las manos como en la posición anterior y mientras la rodilla derecha se apoya en el suelo, estírese el miembro izquierdo hacia adelante1 ejecútense los movimientos de inclinación, y después de invertir la posición, ejecútense de nuevo.

Figura 20). Levántense los brazos y júntense las manos por encima de la cabeza mientras una rodilla se apoya en el suelo; alárguese el otro miembro hacia adelante; practíquense los cuatro movimientos de inclinación y luego inviértase la posición y practíquense otra vez. Después consérvense las manos juntas por encima la cabeza; la rodilla derecha en el suelo y el miembro izauierdo hacia adelante : susúrrese una melodía "Spenta Ainyahita" de preferencia, dóblese el miembro izquierdo lentamente hasta formar ángulo y gradualmente póngase hacia atrás como en la figura 19, volviendo a ponerlo luego en posición igual a la de la figura 18. Después inviértase la posición de los miembros; póngase la rodilla izcuierda en el suelo; fórmese un ángulo con el miembro derecho como en la figura 18; consérvense las manos juntas por encima de la cabeza y póngase el miembro derecho hacia adelante y luego fórmese ángulo, póngase el miembro lentamente hacia atrás todo lo tendido que sea posible y vuélvase a poner en ángulo como en la figura 18.

Colóquense los miembros inferiores en posición igual a la de la figura 18 y los brazos como en la de la figura 20. Póngase el miembro derecho extendido hacia adelante y dóblese el cuerpo hacia atrás y vuélvase luego a recobrar la posición de la figura 18. Póngase el miembro derecho hacia atrás tan extendido como sea posible mientras el cuerpo se dobla hacia adelante. Inviértanse los movimientos y luego ensáyese de doblar el cuerpo hacia la derecha e izquierda, teniendo los miembros en la posición descrita.


POSTURAS DE LA 12.ª SERIE

Figura 21). Posición de rodillas. Colóquense los codos apretando las caderas; crúcense los dedos y pónganse las manos estrechamente unidas junto al pecho; levántese luego como implorando y muévase el cuerpo hacia atrás y hacia adelante, hasta tocar el suelo; las manos deben conservarse junto al pecho; al levantar el pecho sepárense las manos rápidamente; dóblense los dedos y colóquese el puño izquierdo a la altura de la cintura hacia la espalda y con el puño derecho golpéese vigorosamente el pecho nueve veces y castíguese el cuerpo golpeando la frente, el hombro izquierdo, el derecho y la boca del estómago.







POSTURAS DE LA SERIE 13.ª

Figura 22). Posición de pie. Colóquense los puños sobre los hombros juntos al cuello, cuidando de que las líneas que forman los codos sean perfectas. Dóblese el cuerpo hacia adelante todo lo posible y luego hacia atrás y vuélvase rápidamente a adoptar la primera posición. Las rodillas no deben doblarse lo más mínimo; el movimiento ha de ser de caderas.

Figura 23). En igual posición que la de la figura 22, susúrrese una melodíá inclinando el cuerpo a un lado; al inclinarlo levántense gradualmente los talones, apoyándose en la punta de los pies. Póngase el cuerpo erguido y al inclinarlo de nuevo hágase de modo como si se quisiera tocar las caderas. Cúidese especialmente de conservar correctas las líneas de los brazos. Tan pronto como se consiga ejecutar con perfección estos movimientos cimbréese el cuerpo rápidanente de un lado al otro media docena de veces sin dejar de murmurar una melodía o recorrer la escala musical.



POSTURAS DE LA SERIE 14.ª

Figura 24). Procúrense dos bolas de celuloide o de álamo del tamaño de una nuez y sujétense a unas ramitas de sauce o de cualquier otra materia flexible, lo bastante largas para que se puedan manejar cómodamente. Golpéese con estas macitas la columna vertebral como si se tocara un xilófono, empezando con una maza por la parte superior de un lado de la columna y con la otra, por la parte inferior golpeando concertadamente en dirección contraria una de otra. La primera posición que se ha de adoptar es de rodillas y el cuerpo erguido, y luego se han de ejecutar las cuatro posiciones de inclinación, que permiten poder golpear todo el tronco y por último los brazos, piernas y pies.

Los beneficios que reporta a la salud la sola práctica de estos ejercicios es tan grande que puede temerse la antipatía de todos los que se dedican al arte de curar; pero nosotros confiamos que su grandeza de corazón y cultivada mente excedan a estos sencillos esfuerzos.




POSTURAS DE LA SERIE 15.ª


Figura 25). Tómese asiento en un sitio imaginario. (Al principio es posible que sea preciso emplear un taburete).

Con un miembro fórmese ángulo poniendo el pie de plano en el suelo y póngase el otro miembro horizontalmente hacia adelante. (Hasta adquirir práctica puede apoyarse el miembro en un objeto cualquiera); colóquense los codos sobre las rodillas, cuidando de tener siempre recta la columna vertebral. Mientras un brazo permanece perpendicular el otro se coloca lentamente en posición horizontal. Inviértase luego la posición de los brazos y balancéese alternativamente, al principio despacio, aumentando paulatinamente la velocidad del movimiento. Cuando se haya conseguido ejecutar este ejercicio con facilidad, practíquense, además, los ejercicios para las manos en el orden en que se presentan en la hoja ilustrada.

Figura 26). La misma posición de la figura 25, invirtiendo la posición de los miembros. El pecho se ha de poner levantado para que sea posible colocar los codos sobre las rodillas, sin curvar la columna vertebral.


POSTURAS DE LA SERIE 16.ª

Figura 27). Posición de rodillas. Pónganse los brazos hacia atrás de modo que los omóplatos se aproximen todo lo posible; los puños han de ponerse sobre el pecho; levántese el pie derecho lentamente y con el talón golpéese sobre el nervio ciático cómo con una maza; dénse unos doce golpes por lo menos y colóquese el pie con lentitud en el suelo. Practíquese el mismo ejercicio con el pie izquierdo.,

Al cabo de algún tiempo de práctica, será posible ejecutar este ejercicio balanceando el cuerpo de delante a atrás.

Figura 28). Posición idéntica a la de la figura 27, brazos y puños inclusive. Levántese el pie izquierdo y apóyese el talón sobre el nervio ciático y luego póngase el pie derecho lentamente, en igual posición que el izquierdo; después levántese primero el pie derecho y luego el izquierdo. La dificultad de este ejercicio puede vencerse en parte apoyando la cabeza sobre algo firme, cuidando de no causar la menor tensión a los nervios del cuello.

Antes de practicar estos ejercicios deben estudiarse cuidadosamente las líneas de las posturas, del mismo modo que leería atentamente una pieza de música difícil antes de probar de ejecutarla. Cuando la mente pueda representar vívidamente las posturas, se habrá dado un gran paso hacia la ejecución exacta de los ejercicios más difíciles. Susurrar una melodía ayuda a contener la tensión. Durante la ejecución de las partes más difficiles de los ejercicios debe suspenderse la respiración.


POSTURAS DE LA SERIE 17.ª

Figura 29). Echese de espaldas en el suelo; enderécese bien el cuerpo y colóquese el pecho alto. Dóblense los miembros inferiores y pónganse los talones contra el nervio ciático y las puntas de los pies apoyadas en el suelo; los brazos deben permanecer laxos como si estuvieran descoyuntados por los hombros; los puños deben tenerse cerrados con fuerza. Tan pronto como la posición sea correcta, procúrese tocar las rodillas con la barba o con la frente, volviendo a ocupar inmediatamente la posición original. Es suficiente practicar este ensayo tres veces en un espacio de seis horas.




POSTURAS DE LA SERIE 18.ª

Figura 30). Posición de rodillas. Pónganse los puños en las axilas y dóblese el cuerpo hacia atrás lentamente hasta que descanse sobre las plantas de los pies; la cabeza debe apoyarse suavemente sobre algunas almohadas al empezar a practicar este ejercicio y más tarde sobre el suelo. Puede ejecutarse el mismo ejercicio colocando los puños sobre los hombros, luego sobre la cabeza y con los brazos a lo largo del cuerpo, como en la figura 29.




POSTURAS DE LA SERIE 19.ª

Figura 31). Este ejercició debe practicarse al principio en el suelo para asegurarse del dominio perfecto de los músculos. Apréndase a poner las rodillas bien rectas. Para sostener el cuello, fórmese una pila de libros graduándolos de modo que el más pequeño quede encima; fórmese otro montón de libros de igual altura para sostener los pies. Después de adquirida alguna práctica puede sostenerse el cuello y los pies sobre listones de madera y por último sobre vasijas de loza como las que usaban los egipcios. Tan pronto como el cuerpo se sostenga firme, levántense los brazos que deben colgar a los lados del cuerpo con los puños cerrados, hasta que estén en posición perpendicular; levántense todo lo posible como si se quisieran sacar de las articulaciones; hecho esto colóquense hacia arriba hasta conseguir formar con el cuerpo una línea perfectamente horizontal; vuélvase a poner los brazos en posición perpendicular y por último déjense caer a los lados del cuerpo. Los miembros inferiores también pueden ponerse en posición perpendicular, primero uno luego otro, terminando por levantar a la vez una pierna y un brazo.


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